Textos de Nietzsche (y uno sobre Nietzsche)

Texto 0:
"Nietzsche no hace más que pensar a su modo el pensamiento que, de modo oculto, pero constituyendo su auténtico motor, domina toda la filosofía occidental. Nietzsche piensa este pensamiento de manera tal que su metafísica vuelve al inicio de la filosofía occidental; o, expresado con mayor claridad: al inicio tal y como la filosofía occidental se ha acostumbrado a verlo en el curso de su historia, a lo cual también Nietszche ha contribuido [...] En la opinión corriente y cotidiana, Nietzsche es tenido por un revolucionario que niega, destruye y profetiza; ciertamente, todo eso forma parte de su imagen, y no se trata de un simple papel que no hubiera hecho más que representar, sino de una necesidad profundamente interna de su tiempo. Pero lo esencial del revolucionario no es la transformación como tal sino que en ello saca a la luz lo decisivo y esencial.»
(M. Heidegger, Nietzsche, Destino, Barcelona, 2000, vol. I, pág. 32)

Texto 1:
«Se ha declarado al obrero apto para el servicio militar, se le ha concedido el derecho de asociación, se le ha otorgado el voto; ¿qué tiene de extraño que su existencia le parezca una calamidad? (o hablando en lenguaje de la moral, una injusticia). Si se quieren esclavos, es locura otorgarles lo que les convierte en amos.»
(F. W. Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos, Teorema, Madrid, 1985, t. III, pág. 1246.)

Texto 2:
"No solo es evidente que la cultura alemana está en decadencia sino que no faltan razones suficientes para que esto suceda. En último extremo, nadie puede gastar más de lo que tiene, lo mismo los individuos que los pueblos. Si se gasta el poderío en la política grande, en la economía, en el comercio internacional, en el parlamentarismo, en los intereses militares; si se disipa en ese aspecto de la vida la dosis de razón, de seriedad, de voluntad de dominio de sí mismo que se posee, el otro aspecto tiene que resentirse.»
(F. W. Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos, Teorema, Madrid, 1985, t. III, pág. 1212.)

Texto 3:
«La cosa en sí (esto sería justamente la verdad pura, sin consecuencias) es totalmente inalcanzable y no es deseable en absoluto para el creador del lenguaje.»
(F. W. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1994, pág. 22.)

Texto 4:
«La palabra fenómeno encierra muchas seducciones, por lo que, en lo posible, procuro evitarla, puesto que no es cierto que la esencia de las cosas se manifieste en el mundo empírico.»
(F. W. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1994, pág. 30

Texto 5:
«Es digno de nota que sea el intelecto quien así obre, él que, sin embargo, solo ha sido añadido precisamente como un recurso de los seres más infelices, delicados y efímeros, para conservarlos un minuto en la existencia (...). El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo, puesto que este es el medio merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos [...]»
(F. W. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1994, pág. 18.)

Texto 6:
«Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han per- dido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.»
(F. W. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1994, pág. 18)

Texto 7:
«Como hemos visto, en la construcción de los conceptos trabaja originariamente el lenguaje; más tarde la ciencia. [...] Si ya el hombre de acción ata su vida a la razón y a los conceptos para no verse arrastrado y no perderse a sí mismo, el investigador construye su choza junto a la torre de la ciencia para que pueda servirle de ayuda y encontrar él mismo protección bajo ese baluarte ya existente. De hecho necesita protección, puesto que existen fuerzas terribles que constantemente le amenazan y que oponen a la verdad científica verdades de un tipo completamente diferente con las más diversas etiquetas
(F. W. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1994, pág. 33.)

Texto 8:
«Hay periodos en los que el hombre racional y el hombre intuitivo caminan juntos; el uno angustiado ante la intuición, el otro mofándose de la abstracción; es tan irracional el último como poco artístico el primero. Ambos ansían dominar la vida: este sabiendo afrontar las necesidades más imperiosas mediante previsión, prudencia y regularidad; aquel sin ver, como «héroe desbordante de alegría», esas necesidades y tomando como real solamente la vida disfrazada de apariencia y belleza.
»Allí donde el hombre intuitivo, como en la Grecia antigua, maneja sus armas de manera más potente y victoriosa que su adversario, puede, si las circunstancias son favorables, configurar una cultura y establecer el dominio del arte sobre la vida; ese fingir, ese rechazo de la indigencia, ese brillo de las intuiciones metafóricas y, en suma, esa inmediatez del engaño acompañan todas las manifestaciones de una vida de esa especie.»
(F. W. Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Tecnos, Madrid, 1994, pág. 37.

Texto 9:
«Entonces descubrí que esta palabra (noble) en todas las lenguas se deriva de una misma transformación de ideas; descubrí que en todas partes la idea de distinción, de nobleza, en el sentido de rango social, es la idea madre de donde nace y se desarrolla necesariamente la idea de bueno en el sentido de “distinguido en cuanto al alma”, y la idea de noble en el sentido de “privilegiado en cuanto al alma”. Y este desarrollo es siempre paralelo a la transformación de las nociones vulgar y plebeyo, bajo, en la noción de malo.»
(F. W. Nietzsche, La genealogía de la moral I, Mediodía, Madrid, 1967, pág. 18.)

Texto 10:
«Inclinémonos ante los hechos consumados: el pueblo es quien ha vencido; los esclavos, el populacho, el rebaño, llamadlo como queráis, si es a los judíos a quien se debe, jamás pueblo alguno tuvo misión histórica más brillante. Fueron abolidos los amos, triunfó la moral del pueblo. Si decís que fue un veneno, fue un veneno saludable. La redención del género humano está en buen camino: todo se judaíza, se cristianiza y se aplebeya a ojos vista.»
(F. W. Nietzsche, La genealogía de la moral I, Mediodía, Madrid, 1967, pág. 24.)

Texto 11:
«¡Concededme que halle una felicidad que complete y salve al hombre!... Pero no, he aquí que no veo sino la nivelación del hombre europeo, espectáculo que cansa el espíritu... Nada vemos que se engrandezca; todo se rebaja, se empequeñece, se hace inofensivo, mediocre, prudente, indiferente hasta lo último de las virtudes chinescas o cristianas: sí... sí, no lo dudemos: el hombre se hace “mejor”... Europa cesó de temer al hombre y cesó de amarle, de venerarle, de esperar en él. El aspecto del hombre nos fatiga. Esta fatiga es el nihilismo. ¡El hombre se fatiga del hombre!»
(F. W. Nietzsche, La genealogía de la moral I, Mediodía, Madrid, 1967, págs. 29-30.)

Texto 12:
«Hasta los mismos adversarios de los Eleatas se rindieron a la seducción del concepto del ser que aquellos sostenían. ¡La razón en el lenguaje, qué vieja embustera! Temo que no nos libremos jamás de Dios, puesto que creemos todavía en la gramática.»
(F. W. Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos, t. III, Teorema, Madrid, 1985, pág. 1189)

Texto 13:
«–¡Pero este Dios ha muerto! Hombres superiores, este Dios fue vuestro mayor peligro. Al bajar él a la tumba, vosotros habéis resucitado. ¡Solo ahora llegará el Gran Mediodía! ¡Solo ahora el hombre superior llegará a ser amo! (...) ¡Ea! ¡Arriba, hombres superiores! Solo ahora está de parto la montaña del porvenir humano. Dios ha muerto; viva el superhombre –tal es nuestra voluntad.»
(F. W. Nietzsche, Así habló Zaratustra, Teorema, Madrid, 1985, t. III, pág. 1696.)

Texto 14:
«Este hombre libre, que puede prometer, este dueño del libre albedrío, este soberano, ¿cómo no ha de conocer cuánta superioridad tiene sobre todas las cosas que no pueden prometer y responder de sí mismas, cuánta confianza, temor y respeto inspira y merece, y cómo tiene en sus manos el cetro de la Naturaleza, de las circunstancias y de las voluntades menos potentes? El hombre “libre”, el dueño de una vasta e indomable voluntad, halla en esta posesión su tabla de valores.»
(F. W. Nietzsche, La genealogía de la moral II, Mediodía, Madrid, 1967, pág. 41.)

Texto 15:
«Pero tus animales, ¡oh! Zaratustra saben muy bien quién eres y has de llegar a ser. ¡Mira que eres el que enseña el eterno retorno –tal es ahora tu destino! [...] Bien sabemos lo que enseñas: que todas las cosas retornan eternamente y nosotros junto con ellas; y que hemos existido ya eternas veces y todas las cosas junto con nosotros. Enseñas que existe un gran año del Devenir, un monstruo de gran año que, cual reloj de arena tiene que invertirse siempre de nuevo para que transcurra y se consuma de nuevo: –de suerte que todos esos años son idénticos en lo más grande y también en lo más insignificante [...]»
(F. W. Nietzsche, Así habló Zaratustra, t. III, Teorema, Madrid, 1985, pág. 1639.)

Texto 16:
«¿Qué es el mono para el hombre? ¡Irrisión o penosa vergüenza! Así también el hombre ha de ser para el superhombre irrisión o penosa vergüenza. [...] Y hasta el más sabio de vosotros no es más que un ser híbrido, mitad planta, mitad fantasma. ¿Acaso os enseño a ser fantasmas o plantas? ¡Os enseño el superhombre! El superhombre es el sentido de la tierra.»
(F. W. Nietzsche, Así habló Zaratustra, t. III, Teorema, Madrid, 1985, pág. 1453.)

Texto 17:
«La cultura de los sofistas, es decir, la cultura de los realistas (...) representa un movimiento inapreciable en medio de la charlatanería moral e ideal de la escuela socrática, que se desencadenó entonces por todas partes. La filosofía griega es la decadencia del instinto griego.»
(F. W. Nietzsche, El crepúsculo de los ídolos, t. III, Teorema, Madrid, 1985, pág. 1258.)

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