Textos Jeremy Bentham, Auguste Comte y John Stuart Mill
Textos Bentham:
Texto 1:
"Por principio de utilidad se entiende el principio que aprueba o desaprueba cualquier acción, sea cual sea, segunda tendencia que se considere que tenga a aumentar disminuir la felicidad de las partes de cuyo interés se trata; o, lo que viene a ser lo mismo en otras palabras, a fomentar o combatir esa felicidad. Digo cualquier acción, sea la que sea, y por lo tanto no se trata sólo de cualquier acción de un individuo privado sino también de cualquier medida del gobierno."
(J. Bentham, Antología, Península, Barcelona, 1991, pág. 46)
Texto 2:
«todas las leyes, en cuanto tienen por objeto procurar la felicidad de aquellos a quienes afec- tan, deben esforzarse en conseguir que resulte de interés para el hombre hacer precisamente aquello que señalan como su deber, consiguiendo de ese modo que ambos, interés y deber, coincidan»
Texto 2:
«todas las leyes, en cuanto tienen por objeto procurar la felicidad de aquellos a quienes afec- tan, deben esforzarse en conseguir que resulte de interés para el hombre hacer precisamente aquello que señalan como su deber, consiguiendo de ese modo que ambos, interés y deber, coincidan»
Textos Comte:
Texto 2:
"Según esta doctrina fundamental, todas nuestras especulaciones, cualesquiera, estás sujetas inevitablmente, sea en el individuo, sea en la especie, a pasar sucesivamente por tres estadios téoricos distintos: el estado teológico, el metafísico y, por último, el estadio científico o positivo".
(A. Comte, Discurso sobre el espíritu positivo, Alianza, Madrid, 2000, pág. )
Texto 3:
"El orden y el progreso, que la Antigüedad consideraba como esencialmente inconciliables, constituyen cada vez más, debido a la naturaleza de la civilización moderna, dos condiciones igualmente imperiosas, cuya combinación íntima e indisoluble caracteriza desde ahora tanto la dificultad fundamental como el recurso principal de todo verdadero sistema político. Ningún orden auténtico puede ya establecerse, ni sobre todo durar, si no es plenamente compatible con el progreso.»
(A. Comte, La física social, Aguilar, Madrid, 1981, pág. 11.)
Texto 4:
"El espíritu positivo, por el contrario, es directamente social, en cuanto es posible, y sin ningún esfuerzo, como consecuencia de su misma realidad característica. Para él, el hombre propiamente dicho no existe, no puede existir más que la Humanidad, puesto que todo desarrollo se debe a la sociedad, desde cualquier punto de vista que se le mire.»
(A. Comte, Discurso sobre el espíritu positivo, Alianza, Madrid, 2000, pág. 94)
Textos J. S. Mill:
Texto 5:
«¿Cuál es la evidencia en que se apoyan [las ciencias]? Yo contesto que los axiomas son verdades experimentales, que son generalizaciones de la observación. La proposición “Dos líneas rectas no pueden cerrar un espacio” o, en otros términos, “Dos líneas rectas que se hayan encontrado una vez no se encuentran en otra, sino que continúan divergiendo”, es una inducción de la evidencia de nuestros sentidos.»
(J. Stuart Mill, Sistema de lógica demostrativa é inductiva, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, Madrid, 1853, pág. 317)
Texto 6:
«Simplemente declaro mi convicción de que el principio general con el que deben conformarse todas las reglas de la práctica, y el criterio por el cual deben ser probadas, es el de que conduzcan a la promoción de la felicidad de la humanidad.»
(J. Stuart Mill, El utilitarismo, Alianza, Madrid, 1984, pág. 150.)
Texto 7:
«Si se me pregunta qué entiendo por diferencia de calidad entre los placeres, o qué hace a un placer más valioso que otro, simplemente en cuanto placer, a no ser que sea su mayor cantidad, solo existe una única posible respuesta. De entre dos placeres, si hay uno al que todos [...] conceden una decidida preferencia, independientemente de todo sentimiento de obligación moral para preferirlo, ese es el placer más deseable.»
(J. Stuart Mill, El utilitarismo, Alianza, Madrid, 1984, pág. 48)
«Sería absurdo suponer que los placeres dependen solo de la cantidad, siendo así que, al valorar todas las demás cosas, se toma en consideración la cualidad tanto como la cantidad.»
«es perfectamente compatible con el principio de utilidad reconocer el hecho de que algunos placeres son más deseables y valiosos que otros»
«Sería absurdo suponer que los placeres dependen solo de la cantidad, siendo así que, al valorar todas las demás cosas, se toma en consideración la cualidad tanto como la cantidad.»
«es perfectamente compatible con el principio de utilidad reconocer el hecho de que algunos placeres son más deseables y valiosos que otros»
Texto 8:
No existe en la realidad nada que sea deseado excepto la felicidad. Todo lo que es deseado de otro modo que no sea medio para algún fin más allá de sí mismo, y en última instancia para la felicidad, es deseado en sí mismo como siendo él mismo una parte de la felicidad, y no es deseado por sí mismo hasta que llega a convertirse en ello.
»Quienes desean la virtud por sí misma la desean ya bien porque la conciencia de ella les proporciona placer, o porque la conciencia de carecer de ella les resulta dolorosa, o por ambas razones conjuntamente. Si una de estas cosas no le proporcionase placer y la otra dolor, no amaría ni desearía la virtud, o la desearía solo por los demás beneficios que podría producirle a ella o a las personas de su estima.»
(J. Stuart Mill, El utilitarismo, Alianza, Madrid, 1984, pág. 95.)
Texto 8'
«El hombre no es jamás entendido por Bentham como un ser capaz de perseguir, como fin último, la perfección espiritual.»
Texto 8'
«El hombre no es jamás entendido por Bentham como un ser capaz de perseguir, como fin último, la perfección espiritual.»
Texto 9:
«La libertad del individuo ha de ser limitada hasta ese punto: no tiene que convertirse en una molestia para otras personas. Pero si se abstiene de molestar a los demás en lo que les concierne, y simplemente actúa de acuerdo con su propia inclinación y juicio en cosas que a él le conciernen, las mismas razones que muestran que la opinión debe ser libre, prueban también que debe serle permitido llevar a la práctica sus opiniones, por su cuenta y sin obstáculos.»
(J. Stuart Mill, Sobre la libertad, Austral, Madrid, 1991, pág. 145.)
Texto 10:
«La tiranía de la mayoría era al principio, y vulgarmente aún lo es, mantenida sobre todo por el terror, igual que otras tiranías [...] La sociedad puede ejecutar y ejecuta sus propios mandatos; y si decreta mandatos injustos en vez de justos, o mandatos de cualquier tipo en cuestiones en que no debería mediar, practica una tiranía social más formidable que muchos tipos de opresión política [...] pues penetra mucho más profundamente en los detalles de la vida, y llega a esclavizar el alma misma.»
(J. Stuart Mill, Sobre la libertad, Austral, Madrid, 1991, págs. 67-68)
Texto 11:
"Los individuos excepcionales deben ser alentados a actuar de forma diferente de la masa, en vez de ser desanimados. En otros tiempos, esto no suponía ninguna ventaja, a menos que actuaran no solo de forma diferente, sino mejor [...]
»Precisamente porque la tiranía de la opinión es tal que reprocha la excentricidad, resulta deseable que la gente sea excéntrica a fin de quebrantar esa tiranía.»
(J. Stuart Mill, Sobre la libertad, Austral, Madrid, 1991, pág. 160.)
«El principio regulador de las actuales relaciones entre los dos sexos –la subordina- ción legal del uno al otro– es intrínsecamente erróneo [...] y debiera ser sustituido por un principio de perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros.»
(J.Stuart Mill, El sometimiento de la mujer)
«El principio regulador de las actuales relaciones entre los dos sexos –la subordina- ción legal del uno al otro– es intrínsecamente erróneo [...] y debiera ser sustituido por un principio de perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros.»
(J.Stuart Mill, El sometimiento de la mujer)
Texto 12:
«La producción de la riqueza, la extracción de los materiales de la tierra, de los instrumentos para la subsistencia y la felicidad humanas, no es, evidentemente, una cosa arbitraria. Tienen sus condiciones necesarias. [...] Las leyes de la distribución, a diferencia de las de producción, son en parte obra de las instituciones humanas, ya que la manera según la cual se distribuye la riqueza en una sociedad determinada depende de las leyes o las costumbres de la época.»
(J. Stuart Mill, Principios de economía política, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, pág. 45)
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